viernes, 6 de mayo de 2011

La melancolía


"La melancolía es el placer de estar triste...”
 Víctor Hugo 
Tantas veces he cruzado por la calle, llevando la mirada perdida sin rumbo, iba pidiendo a gritos una señal, a gritos alguien que me mirara a los ojos, a gritos tan silenciosos que me producían tanto dolor, gritos que me herían desde antes de pisar la calle. Parecía llamar a todo el mundo pero, en el fondo no llamar a nadie, era una persona triste, un alma vacía, un alma melancólica.
 
Un alma que no siente, que no ve, que no padece, un alma que se cansó de gritar y ahora guarda silencio, un alma que llora, que sufre, un alma llena y un alma vacía, un ser que nace, un ser que vive, a la fuerza y que muere por los rincones, un alma que solitaria descubre la compañía, que reta, que se vende, que quiere llegar a ti, a mí, un alma que se arroja al vacío, que teme, pero que se lanza, un alma que duda, ¿voy?, ¿no me voy?, un alma risueña, que se ríe de nosotros, que cuenta chistes a Dios, que se ríe con Él, que espera, que se sincera, que odia, que muerde, que siente rabia, que quiere despertar… y despertare, un alma que besa, capaz de conmoverte, de hacerte encontrar, y de hacer que te pierdas. Un alma que quiere volar, que sueña con ser libre desde una jaula de cristal con la puerta abierta pero no puede escapar sin ayuda. Un alma que de vez en cuando se va de fiesta, que no quiere lavarse, como los niños pequeños, que quiere tener un perro. Una vida que quiere ser violenta, salvaje, y no sentirse encadenada, pero con cadenas de infinito largo a su corazón para no perderse en el oscuro laberinto en el que tú no te hayas.
Un alma que se obliga sin saber porqué, un alma que no puede abandonar el barco aunque se esté hundiendo. Un alma al revés, un alma cabeza abajo, que te quiere, que se quiere, que lucha por el aire, por el sol y por el agua, con el amor por bandera.

Alas negras

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